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Medio litro de aceite y 1,7 gramos de café compró Julio Colina con su salario de profesor universitario

Medio litro de aceite y 1,7 gramos de café compró Julio Colina con su salario de profesor universitario

Julio Colina es profesor del programa de Desarrollo Humano de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en Barquisimeto, desde hace diez años. Su categoría en el escalafón académico es agregado, dos grados menos que el rango de titular, el máximo en la carrera de un docente universitario. En la segunda quincena de febrero, el salario de Colina fue de 2 millones 706 mil 573 bolívares, con lo que pudo comprar medio litro de aceite comestible de mediana calidad y 1,7 gramos de café instantáneo, con el que preparará solo una taza del aromático líquido.

El profesor Colina pagó 2 millones 500 mil bolívares por el medio litro de aceite y el resto, 206 mil bolívares, alcanzó para los pocos gramos del café. El sueldo en la segunda quincena de febrero de un profesor universitario en Venezuela, en el rango y dedicación de Colina, fue de aproximadamente 1.3 dólares.

En el informe comparativo de las condiciones de trabajo y estudio de los universitarios venezolanos 2018-2019 del Observatorio de Universidades se destaca que en el proceso de homogenización decreciente de los salarios de docentes, administrativos y obreros para el año 2019 se llevó el sueldo a entre 4 y 10 dólares mensuales. Esto quiere decir que en menos de dos años, el ingreso promedio de un docente agregado bajó, en promedio, de 7 dólares a 2,6 dólares al mes.

La familia del profesor Colina está integrada por cuatro personas: su esposa, Lena Cortés, docente de preescolar en una institución pública, y sus hijos, Sara Raquel, de 16 años de edad y Julio Andrés, de 14. Sara Raquel es bachiller y quiere estudiar Administración. En la universidad donde trabaja Colina se imparte esta carrera, pero la familia teme que el tiempo de formación de Sara será muy largo si se mantienen las condiciones de precariedad en la que se encuentran las universidades venezolanas que dependen del Estado.

A los Colina Cortés les queda la opción de una universidad privada, pero el costo de la matrícula es muy alto. De momento no saben qué hacer. Por supuesto que es imposible mantener a la familia con un salario de profesor universitario en Venezuela. Julio Colina, quien tiene dos posgrados en las áreas de penal y administrativa, se gana la vida prestando servicios como abogado.

La esposa del profesor Colina está en un proceso de tratamiento médico con radioterapias y debe operarse dentro de poco. La familia ha logrado conseguir algunas donaciones de amigos para comprar los medicamentos, que en la última sesión fue de 300 dólares.

“Hemos perdido hasta la previsión social, nadie puede vivir con esos salarios. Más que una relación laboral, lo que me mantiene en la universidad es un compromiso moral, no quiero dejar que se muera la UCLA. Es como una forma de resistencia ante la mala intención de los que tienen la responsabilidad de mantener en funcionamiento a la universidad pública, que lejos de apoyarla están dejando que se acabe lentamente”, afirma Colina.

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