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Los docentes sufren la emergencia humanitaria compleja.

Los docentes sufren la emergencia humanitaria compleja.

Como parte del trabajo desarrollado por el Observatorio de Universidades durante el 2018 en el estado Lara, se realizó el estudio condiciones de vida de los integrantes de la comunidad universitaria en uno de los estados del país donde existen más universidades.

De los resultados obtenidos se encuentra que el 36% de los docentes universitarios de la entidad larense sufren enfermedades crónicas, siendo las más comunes la diabetes y la hipertensión. De ese porcentaje, el 72% no consume de forma regular sus medicamentos. Es decir, 7 de cada 10 profesores que padecen enfermedades crónicas no se trata de forma correcta y continua su enfermedad.

La hipertensión arterial y la diabetes son patologías que requieren tratamiento continuo para así evitar daños graves a órganos vitales que aumenten a su vez los niveles de morbilidad del paciente. Sin embargo, los trabajadores universitarios no pueden comprar sus medicamentos y en general tratarse adecuadamente su enfermedad

En Venezuela el profesor universitario de mayor nivel en tiempo y escalafón en el sistema público nacional no llega a cobrar $15 mensuales. Para mediados del mes de enero del presente año un blíster de 10 tabletas de Losartan Potásico de 50mg, medicamento para tratar la hipertensión, costaba Bs.S 9.600,00 el equivalente a 10 días de tratamiento para personas que requieran la dosis exacta. Para completar un mes se necesitarían $9.6, es decir, 64% del salario de un profesor titular a dedicación exclusiva; sin contar que dicho profesor pueda necesitar completar la dosis con un diurético. Entonces ¿Cómo hace para mantener su presión arterial controlada? La incapacidad salarial y la escases de medicamentos destruyen día a día la salud de nuestros educadores.

Docentes mal alimentados

Además de la problemática del tratamiento médico el estudio hecho por los investigadores del Observatorio de Universidades arrojó que los académicos están mal alimentados. Los docentes que padecen enfermedades crónicas no cuentan con la dieta necesaria para mantener estable su organismo. La composición de su dieta está hecha en su mayoría por carbohidratos y en menor medida de proteína animal. Del total de entrevistados más de un tercio come carne y pollo de una a tres veces al mes, y más del 15% nunca come estos productos.  Con respecto a la ingesta de pescado es mayor la ausencia del consumo, 41.6% nunca lo come y 36.5% come de una a tres veces al mes.

“Estamos ante la presencia de un cuadro complejo de salud, docentes con enfermedades crónicas, que no adquieren su medicamento de forma continua, mal alimentados y que se están trasladando a la universidad caminando y sin las condiciones adecuadas. Según nuestros propios datos el 32% de los profesores caminan distancias largas para llegar a las universidades, y el 76.1% tiene entre un año y dos años que no compra calzados” afirmó la socióloga Yelena Salazar coordinadora de OBU.

Los institutos de previsión social ya no funcionan

Otro dato importante arrojado del estudio hecho por el Observatorio de Universidades, es que los mecanismos de protección social en el área de salud han quedado prácticamente destruidos. En entrevistas cualitativas realizados a representantes gremiales de las universidades se identificó el deterioro institucional de la atención en salud, que hasta la primera década del siglo XXI era uno de los servicios más completos que los académicos tenían. “Los institutos de previsión social (IPP) se han quedado sin personal, y sus equipos de atención primaria han tenido que ser desincorporados, producto de la falta de recursos para repararlos y actualizarlos” destacó la socióloga Salazar. “Los servicios de emergencia son casi inexistentes, aunque el 78.9% de los docentes de las universidades cuentan con seguro médico la cobertura de estos no alcanza para atenciones primarias” destacó la investigadora y vocera de la institución.

Las universidades y el riesgo a enfermarse

Otro de los indicadores analizados en el estudio fueron las condiciones de trabajo. Según este el 46.8% de los docentes consideran que su lugar de trabajo presenta un riesgo para la salud. Fundamentalmente por la contaminación, la presencia de hongos y por la humedad. En nuestras instituciones es común encontrar docentes con afecciones pulmonares producto del deterioro de la infraestructura física, aseguró Salazar quien también es docente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado UCLA.

Excluidos de la política social

En el estudio realizado se logró identificar que los docentes universitarios de las universidades se encuentran prácticamente excluidos de la política social, 91.5% no recibe ningún tipo de bono del sector público. La política de distribución de alimentos ha sido negada en las universidades autónomas y experimentales, quienes han sido en algunos casos estafados por representantes gubernamentales que han realizado censos para promover la distribución de bolsas de comida, han cobrado y nunca han concretado su distribución, como lo aseguraron docentes de la UPEL, la UNEXPO y la UCLA en los grupos focales realizados en el marco del estudio.

De igual forma, de los centros de atención de salud que menos acuden los universitarios a la hora de necesitarlos es a los CDI. Del 27% que afirmó haber acudido a un centro de atención de salud por razones de enfermedad solo el 1.4% acudió a un CDI.

La ayuda llega de familiares en el país y de familiares en el exterior

De las conclusiones que aporta el Observatorio de Universidades tenemos que los docentes están siendo ayudados tanto de familiares en el país como familiares en el exterior. De la encuesta OBU se obtuvo que el 25% de los formadores universitarios reciben ayuda de familiares en el exterior y el 16% de familiares en el país. Gracias a esas colaboraciones un pequeño porcentaje de los académicos pueden estar adquiriendo sus medicamentos.

La emergencia humanitaria que se niega pudiera seguir afectando si no se obtiene de forma sistemática una ayuda que detenga el deterioro de la salud de los que imparten clases en las universidades en el estado Lara.

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